Era la historia más linda que yo conocía desde que tengo noción de la vida, mi amiga estaba feliz con él, y yo feliz por su alegría. Yo estaba tan contenta pensando en que por fin, un chico valoraba a la clase de persona que es ella, porque se lo merecía después de sufrir por tanto tiempo. Es que juro que parecía tan real, pero bueno, no voy a empezar desde el final, voy a contar bien todo. Él era lo que toda la vida habíamos soñado con mi mejor amiga, el príncipe azul, era perfecto, o eso aparentaba. Nosotras, cuando éramos muy chiquititas, soñábamos con un chico como él, un caballero con todas las letras, que iba a llegar con su carroza, a buscarnos en cada salida, y mimarnos, y abrazarnos, y querernos y entendernos, y besarnos. Y lamentablemente con cada chico que aparecía creíamos en ese cuento. Hasta que nos cansamos de ilusionarnos con las cosas que le decían y jamás cumplían. Con Maru creíamos que eso igualmente existía, y en el momento en que apareció Nicolás pensamos que él era el indicado para ella, que él si era ese príncipe Aladín que iba a buscar a su princesa Jazmín. Era tan bueno con ella, le decía cosas tan lindas, y le hacía tan bien a ella, a tal punto de que logró que mi amiga cambie. Pasa que ella, había sufrido tanto, que se dedicó a hacer la suya, pero cuando llegó él, dejó de lado esa vida. A mí me encantaba que ella viniera y me contara todo, porque era como mi novela de la tarde, pero en la vida real, la podía ver en vivo y directo, y eso no pasaba todos los días. Ella estaba tan enamorada, y yo tan ciega, creyendo que él era perfecto, y que era lo que aparentaba ser. No era mi novio, era el de mi mejor amiga, pero, juro que las cosas que le decía a ella, compraba a cualquiera. Y a nosotras nos compró, y digo nosotras, porque somos como una misma persona. Nicolás era un señor para la edad que tenía, la llevaba a comer a restaurantes muy elegantes, le hacía regalos constantemente, la llevaba al cine, al teatro, era muy respetuoso de todo, y lo mejor de todo… los padres de Maru lo amaban. Obviamente no todo es color de rosas, y nosotras sabíamos que en todo cuento de hadas hay problemas y peleas, y dicho y hecho sucedió con ellos. Pero se arreglaban al ratito, llamaba uno o el otro, pidiéndose perdón, y tomando esas pequeñas peleas como pruebas que tenían que pasar para ser feliz un 100%. Cada cosa que me contaba Maru de ellos me ponía más contenta, a tal punto de querer tener yo un chico así, aunque mis esperanzas eran muy bajas. Nostras hablábamos diariamente, pero los viernes a la noche eran nuestros, siempre, desde chiquitas y nunca había cambiado, y para nuestra sorpresa, Nicolás no tuvo problema alguno en dejárnoslo. En esos viernes nos divertíamos a más no poder, ella siempre, obviamente, fiel a su amor. Una noche, conocimos a unos chicos, y yo empecé a salir con uno de ellos, Agustín. No era como Nico, pero valía la pena jugarse. Nos empezamos a conocer, y un día que nos pusimos a hablar de la vida, me contó que tenía un amigo "re capo" que "estaba de novio", pero que la minita era re cornuda. En esa conversación me empezó a contar cómo era el chico, a describírmelo, y me dijo que tenía una foto de la chica. Fuimos hasta la computadora, y yo no podía creer lo que me estaba mostrando Agus, no podía ser, seguramente se había equivocado de foto. Debía estar muy pálida porque me preguntó si la conocía… obvio que si, era Maru, mi mejor amiga de toda la vida! Así parecía ser… el flaco que me enganché, era amigo de Nicolás, y encima lo veneraba por hacer cornuda a la novia sin que ella sospeche nada. Mi primer paso fue dejarlo a Agustín, no valía la pena si yo sabía que además de ser amigo del traidor, lo respetaba por lo que hacía, por jugar con los sentimientos de una chica. Después no sabía qué hacer, no sabía cómo decírselo a Maru, porque yo sabía que se iba a lastimar, mucho, y la verdad que no me gusta verla sufrir. Pero tampoco podía dejar que siga quedando como una tarada, no podía dejar que ese pibe se vuelva a acercar a mi mejor amiga. La llamé, le dije que tenía algo importante para decirle, y salimos a dar una vuelta. En el momento “indicado” (jamás existe un momento indicado para hacer sufrir a alguien, ni para enterarse de un engaño), se lo dije. No me acuerdo las palabras exactas, pero intenté ser lo más sutil posible. Su carita, por dios, no me la borro nunca más, la expresión suya de ese momento me enferma de dolor de solo recordarla. No lo podía creer, y estaba boquiabierta, y lloraba sin parar, pero sin decir nada. No necesitaba hacerlo, la conocía más que nadie, y sabía con sólo mirar sus ojos que estaba dolorida. La abracé e intenté de hacerla olvidar, pero no hubo caso. Lo llamé yo a esta basura, y lo putée como nunca se lo deben haber hecho en su vida, era lo mínimo que se merecía. Me encargué yo misma de hacerlo quedar mal con todo el mundo, de escracharlo con todo lo que podía.
Es el día de hoy en el que mi amiga no puede olvidar, que no puede estar una semana sin haber pensado aunque sea por un segundo en él. Superarlo, lo hizo. Pero ahora le pone una barrera a todos, porque se le hace inevitable. Yo, como amiga, sufrí igual que ella, porque ella es mi amiga, y quién se mete con mi amiga, se mete conmigo; quién hace llorar a mi amiga, me hace llorar a mi; quién lastime a mi amiga, me lastima a mí; quién putea a mi amiga, me putea a mí. Jamás entendí cómo funciona esto de la amistad realmente, pero yo por ella no tengo una amistad, tengo un amor gigante, que jamás va a cambiar, sin importar lo que pase. A ella le da bronca haber caído una vez más en esas fantasías, haber vuelto a creer en un hombre. Pero yo le digo diariamente que no se preocupe, que todos cometemos errores, los mismos, o nuevos, pero siempre cometemos alguno porque simplemente somos humanos; pero que también tenemos amigos que nos curan el alma, nos hacen el aguante, e intentan evitar que una vuelva a cometer el mismo error. Pero cuando no lo logra, estos amigos caen junto a vos, y se vuelven a levantar para poder ayudarte a levantarte, porque todo es más simple y fácil si estamos juntos.
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